“Un Cairo no tan distinto”

Mi enseñanza favorita que me ha dejado viajar es que las personas son iguales en todo el mundo. Voy a empezar por clarificar que esto no me lo enseñó un foro internacional de estudiantes privilegiados que comparten mi perfil e ideales.

El verdadero aprendizaje cayó en Cairo, Egipto, cuando mi amigo de la maestría, Karim Mahmoud El- Shahed, me invitó a su casa para pasar unos días durante las vacaciones de mitad de curso. Cuando expliqué a mis papás mi itinerario esperaba algún tipo de reproche y sobre todo una plétora de advertencias sobre las ene mil cosas que vemos en los medios y las razones por las cuales una mujer no debe visitar el medio oriente. A pesar de que iba a un país completamente distinto, ajeno a mi cultura e idioma, a casa de una persona que llevaba 6 meses conociendo, mis papas no pusieron un sólo pero.

Muy extraño, estoy de acuerdo.

Yo lo acredité a que mis papás eran “súper relajados” y que yo me había ganado esta confianza por ser una persona sensata, hábil y responsable durante 24 años.

En cuanto llegué me quedó claro que Cairo es un caos.

Yo pensaba que al haber vivido en la Ciudad de México pocos inconvenientes asociados a una gran metrópoli podrían sorprenderme.

Cairo hace que la Ciudad de México parezca Copenhague.

El tráfico es terrible, las personas toman los semáforos y señalamiento de tránsito como meras sugerencias; manejan y avanzan como les plazca, lo cual genera constantes atascos y hace que agradezcas que puedes vivir para contar que cruzaste la calle como peatón. La aridez del desierto permea la ciudad, todos los edificios se erigen en tonos cafés y amarillos que imitan el color del Sahara, rara vez se llega a observar vegetación y el calor filtra tu visión para crear una serie de ilusiones ópticas que distorsionan tu percepción.


Al atravesar Cairo se perciben los tintes de una democracia joven,

debido a que Egipto fue una de las naciones sacudidas por la Primavera Árabe en 2011, en donde miles de personas se reunieron en la Plaza Tahrir para protestar el mandato dictatorial de Hosni Mubarak. Aunque lograron destituirlo, la recuperación de este suceso no ha sido fácil. La capital ha sido el campo de batalla para distintos grupos armados que han aprovechado la inestabilidad política para tomar el mando del país.

Yo visité la ciudad durante el periodo electoral,Cairo se encontraba plagada de propaganda y panorámicos con la imagen del actual presidente Abdelfatah Al-Sisi. Imposible no reconocerlo, en todas partes estaba su cara seguida de alguna variante del mensaje

“Tú eres la esperanza del pueblo”, cabe recalcar que no vi publicidad para otros candidatos.

Al poco tiempo que me fui, Al-Sisi aseguró su segundo término presidencial con una participación de solo 41% y una altamente sospechosa aprobación de 97%. La contienda fue altamente criticada por la comunidad internacional, ya que se cree que la oposición desertó debido a prácticas de coerción e intimidación por parte de Al-Sisi. Karim y sus amigos me dejaron claro que el proceso democrático electoral era una farsa, y que es difícil deshacerse de una tradición de mandatarios que al llegar a las sillas de poder se acomodan tanto, que al concluir el periodo de mandato les es difícil soltarlo.

Ahora con respecto a la familia de Karim, su casa se conforma de la siguiente manera: en el tercer piso vive su mamá y su hermana Yasmeen con 5 gatos persas. En el segundo, vive Karim con su esposa Hela, una brillante abogada feminista estudiando simultáneamente un doctorado en derecho y una licenciatura en economía. Finalmente, en el primer piso vive el papá de Karim con su segunda esposa y sus cinco hijas, éstas entre las edades de uno y doce años.

Karim es la personificación del dicho “bendito entre las mujeres”.

Estoy segura que mi visita confundió a todos los allegados de Karim. En principio a los adultos, es decir a los papás de Karim y a la segunda esposa de su padre, dado que soy una mujer mexicana viajando a casa de un hombre musulmán casado que conocía desde hace solo seis meses, es decir la misma preocupación que tendría cualquier padre (menos los míos al parecer).

Asimismo, Hela tampoco estaba muy de acuerdo con mi visita, ya que ella y Karim no llevaban ni un año de casados cuando fui, esto hizo que mi llegada fuera un suceso altamente sospechoso. Los papás de Karim y la segunda esposa del padre no hablaban inglés, por lo cual me limité a hacer muchas expresiones fáciles para transmitir lo agradecida que estaba de que me recibieran en su casa y, aunque sea un cliché, aprendí que a veces basta una sonrisa para crear una conexión.

Ahora, ganarme a Hela no iba a ser tan sencillo, mi misión era darle la paz mental de que no existía ningún interés amoroso entre Karim y yo. Para eso encontré el punto clave que nos uniría:

la joda que es “la relación a distancia”.

Después de la conversación introductoria superficial, clarifiqué el punto más importante para asentar una amistad: que yo tenía novio.

Procedí a quejarme de los problemas que surgen durante las relaciones de lejos, tema al cual ella contribuyó con gusto. Qué te digo, a veces basta una sonrisa, pero a veces es necesario encontrar una fuente de mutuo disgusto para solidificar una amistad.


Egipto es un país que muestra claramente su trayecto histórico, carga con los inicios de la civilización, la caída de más de un imperio y la dominación de una ideología religiosa. A cada lugar que miras encontrarás un indicio de su historia, desde las ruinas de la época de faraones, la influencia del imperio Romano y Bizantino y hasta hoy en día perdura la herencia de la conquista musulmana.

Como turista en Cairo es necesario resaltar ciertas consideraciones.

La primera es que Egipto es un país moderadamente conservador musulmán. Por lo anterior, es importante que los turistas respeten las reglas sociales, esto quiere decir que las mujeres deben estar tapadas, no es necesario usar velo, pero los brazos y las piernas se deberían cubrir por completo. La segunda es que no debes tocar a las personas del sexo opuesto en público, ni por ser amable o saludar, los egipcios son extremadamente modestos en este aspecto y es importante ser consciente de eso. Finalmente, quiero resaltar la comida. Sorprendentemente, Cairo tiene una escena culinaria espectacular, no se caracteriza por su complejidad, pero todo lo que probé me encantó.

Reconozco que no soy picky, pero si tienes planeado ir, no le tengas miedo a la comida callejera y no te vayas sin probar el koshari y hawashi.

Me atrevo a concluir que, aunque Egipto presenta diferencias significativas con respecto a la cultura mexicana, lo que más me impactó fueron las similitudes que encontré. Digo esto porque las diferencias las esperas, sabes que te debes adecuar a las reglas sociales del país que visitas.

En cambio, muchas veces no estás preparada para ver el grado de afinidad que puedes tener con personas que han vivido una realidad muy distinta a la tuya. Quedo perpetuamente endeudada con Karim, por tomar el riesgo de llevarme a su casa, abrirme las puertas y hacerme sentir en casa en un mundo completamente distinto del que venía.

Por: Natalia Salinas
Instagram: @natalisalinas21
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